El agotamiento laboral se volvió una constante en América Latina. Aunque durante mucho tiempo quedó escondido detrás de métricas de productividad o promesas de flexibilidad, el síndrome de burnout avanza de manera preocupante.
En Argentina, el 91% de quienes participaron del estudio de Bumeran y que citó Forbes, admitió padecer este cuadro. Le siguen Chile con un 89%, Panamá con un 88% y Perú con un 82%.
Bumeran, Burnout 2024. Estudio (octubre 2024).
A nivel global, el estudio State of the Global Workplace de Gallup, reveló que el compromiso global de los empleados disminuyó al 21 % en 2024, siendo los gerentes los que experimentaron la mayor caída.
“Esto marca solo la segunda caída del compromiso en los últimos 12 años, una señal preocupante para las organizaciones que ya enfrentan dificultades de productividad”, indica el informe. Y esto relacionado con el fenómeno del burnout de los empleados, que más allá de su dimensión estadística, afecta la salud mental, deteriora la calidad del trabajo y aumenta la rotación de personal.
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Factores laborales y culturales que lo disparan
El burnout no surge por casualidad. Tiene causas directas y persistentes. Una de las más relevantes es la sobrecarga de trabajo: plazos apretados, tareas críticas, y jornadas largas sin margen para el descanso.
Según Bumeran, el 22% de los trabajadores en la región asocia su agotamiento con la cantidad excesiva de tareas. Además, el presentismo digital impide desconectarse incluso fuera del horario laboral. Esa necesidad de estar siempre online, típica del mundo IT, extiende las horas laborales mucho más allá de lo formal.
Además, la aparición de nuevas tecnologías tampoco alivió la carga. Al contrario: de acuerdo a un trabajo de investigación de Upwork, “Del agotamiento al equilibrio: modelos de trabajo mejorados con IA”, el 77% de los trabajadores encuestados a nivel global sostiene que la incorporación de herramientas de inteligencia artificial aumentó sus responsabilidades. Es decir, lo que prometía automatizar, muchas veces terminó complejizando procesos o exigiendo capacitación adicional.
En una misma línea, detallan que si bien el 85% de los líderes están haciendo obligatoria la tecnología o fomentando su uso este año, muchos trabajadores se sienten abrumados por la carga de trabajo adicional y la complejidad que conlleva.
Este último estudio de Upwork, basado en una encuesta a 2.500 altos ejecutivos, empleados en relación de dependencia y trabajadores independientes de EE.UU., Reino Unido, Australia y Canadá, muestra que las expectativas sobre la inteligencia artificial son muy altas. El 96% de los ejecutivos asegura que espera un aumento en la productividad general de sus empresas gracias al uso de estas herramientas. A pesar del estado de sus empleados.
Consecuencias personales y organizacionales
El burnout no se limita al cansancio. A nivel físico y emocional, produce efectos concretos. Los más frecuentes son dolores de cabeza , fatiga constante, insomnio y síntomas de ansiedad o depresión. También genera cinismo, baja motivación y problemas para concentrarse, lo que repercute directamente en el rendimiento laboral.
Para las empresas, el impacto también es severo: menos productividad, más ausencias y una rotación que se acelera. El 46% de los empleados latinoamericanos considera que la única salida es cambiar de trabajo. Esto anticipa una fuga de talento que preocupa a las tecnológicas de la región.
Además, las pérdidas económicas son enormes. Se estima que el costo global del estrés laboral supera el billón de dólares al año, entre ausentismo y rendimiento disminuido. En este contexto, ignorar el burnout implica un riesgo operativo y financiero real.
Medidas en marcha y desafíos pendientes
Ante esta situación, algunas empresas y gobiernos comenzaron a reaccionar. En México, por ejemplo, la NOM-035 obliga a las compañías a identificar y controlar riesgos psicosociales. En Chile, la Ley Karin implementó protocolos para prevenir el acoso laboral y el estrés extremo. Ambas normativas buscan forzar un cambio en las condiciones de trabajo.
Del lado privado, muchas firmas tecnológicas incorporaron programas de bienestar. Algunos incluyen horarios flexibles, límites a la mensajería fuera del trabajo, terapia psicológica y jornadas más equilibradas. Un caso destacado es el de Grupo Pinares en Argentina, que lanzó un programa de salud integral con sesiones de mindfulness, talleres de nutrición y acceso a gimnasios. Más de la mitad del personal utilizó esos beneficios, y la empresa reportó menos ausencias y mayor satisfacción interna.
En paralelo, startups como Cuéntame, nacida en México, diseñaron plataformas digitales para cuidar la salud mental en las organizaciones. Sus soluciones combinan inteligencia artificial con asistencia emocional personalizada. La herramienta ya opera en Colombia, Chile y México, y logró reducir el estrés hasta en un 40% en algunas empresas.
Aun así, la mayoría de las empresas no tomó medidas concretas. En 2024, más del 90% de las firmas argentinas confesó no tener estrategias específicas para combatir el burnout. La respuesta corporativa todavía es desigual y, en muchos casos, insuficiente.