Respetar los recursos naturales como el agua, la tierra y la biodiversidad, y al mismo tiempo garantizar la alimentación de los seres humanos a pesar del impacto del cambio climático y del crecimiento demográfico en la tierra. Estos son los objetivos de la agricultura sostenible, donde la palabra sostenibilidad no solo se refiere al medio ambiente, sino también a la esfera social: garantizar la salud de las personas, la calidad de vida de los implicados en la producción, los derechos humanos de los que trabajan en el sector y la equidad social.
Para lograr estos objetivos, las tecnologías emergentes pueden llegar a tener un papel protagonista, empezando por la llamada agricultura 4.0, donde la conectividad, la inteligencia artificial y el IoT pueden servir para contribuir en uno de los sectores que tradicionalmente ha permanecido más al abrigo de la innovación, y que durante mucho tiempo ha sido considerado como uno de los sectores más ligados a la tradición, y, por lo tanto, a métodos de producción y distribución anticuados y con gran potencial para ser más eficientes.
Qué es la agricultura sostenible
En el centro del concepto de agricultura sostenible se encuentra el objetivo de satisfacer las necesidades de la humanidad, ya sea de alimentos o de textiles, sin que esta actividad penalice las necesidades de las generaciones futuras. El Instituto de Sostenibilidad Agrícola es el que proporciona la definición. Para profundizar, la FAO, que ha elaborado una lista de los cinco principios en los que debe inspirarse la agricultura sostenible, publicó en 2018 un documento que pretende indicar las 20 acciones necesarias, en el ámbito de la agricultura, para alcanzar los 17 objetivos de desarrollo, los llamados objetivos de desarrollo sostenible, adoptando un enfoque integrado del tema.
Estos son los 5 principios de la agricultura sostenible
Fue la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), una organización dependiente de las Naciones Unidas, la que elaboró las cinco piedras angulares de la agricultura sostenible.
- El primero es el objetivo de aumentar la productividad, el empleo y el valor añadido en los sistemas alimentarios, a través de un cambio en las prácticas y procesos agrícolas destinado a garantizar el suministro de alimentos y a reducir el consumo de agua y energía.
- El segundo principio pretende proteger y mejorar los recursos naturales: esto incluye la preservación del medio ambiente, la limitación de la contaminación de las fuentes de agua, la lucha contra la destrucción de los hábitats y los ecosistemas y el deterioro del suelo.
- El tercer principio se refiere a la mejora de los medios de vida, promoviendo un crecimiento económico inclusivo.
- El cuarto se centra en el aumento de la resiliencia, ya sea de las personas, las comunidades o los ecosistemas. Esto implica la transformación de los modelos de producción para garantizar que el impacto de los fenómenos extremos debidos al cambio climático o a la variabilidad de los precios del mercado se minimice al máximo.
- El quinto y último punto es el reto de adaptar la gobernanza del sector a los nuevos desafíos, mediante un conjunto de normas que permitan equilibrar lo público y lo privado, garantizando al mismo tiempo la transparencia y la equidad.
Innovación tecnológica y agricultura sostenible
Un impulso fundamental para la modernización de la agricultura en dirección a la sostenibilidad puede provenir de las nuevas tecnologías. Es precisamente en esta dirección en la que se dirige la Agricultura 4.0, que nace sobre la ola de innovaciones introducidas anteriormente en otros sectores productivos, como la manufactura y la industria.
En el caso de la agricultura, también se trata de utilizar dosis masivas de nuevas tecnologías, como la digitalización de los procesos, el Internet de las cosas, la geolocalización y la conexión a Internet. El mejor uso de estas herramientas conduce a la agricultura de precisión, que permite utilizar métodos de cultivo y de cuidado de las plantas ad hoc en función de las características del terreno y de las zonas en las que se encuentran, optimizando el consumo de energía, racionalizando el uso del agua y de los fertilizantes incluso en función de las condiciones meteorológicas en tiempo real.
Esto garantiza, por un lado, el mejor cuidado de los cultivos y, por otro, la reducción de los residuos y, en consecuencia, del impacto medioambiental.
Tecnologías más prometedoras
2020 fue el año en el que la importancia de los agrodatos surgió de forma decisiva, con las empresas centrándose cada vez más en la recopilación, el análisis y el intercambio de datos, con el fin de mejorar un activo que va desde el campo hasta el estante, cubriendo toda la cadena de suministro. En cuanto a las tecnologías, el mercado está mostrando un enfoque particular en las plataformas, que registraron un +60% en comparación con 2019, las soluciones de análisis de datos (+57%) y las soluciones móviles (+65%).
El panorama trazado por el Observatorio muestra cómo lo digital también ha entrado en el 60% de las empresas agrícolas con al menos una aplicación, mientras que el gasto se concentra en un 36% en la supervisión y el control de los equipos agrícolas, en la maquinaria relacionada (30%) mientras que el software de gestión se detiene en el 13% de las inversiones. La robótica también empieza a figurar entre las inversiones de los empresarios agrícolas, pero todavía tiene mucho margen de crecimiento, ya que actualmente solo representa el 2% de los gastos del sector.
Las tecnologías más populares son los datos y el análisis, las plataformas informáticas y el software, y el Internet de las cosas, mientras que las soluciones de movilidad y geolocalización, los vehículos y los equipos conectados crecen un 25%, y la nube, un 10% más que en 2019.
No hay que olvidar el blockchain, que está empezando a labrarse un papel destacado en lo que respecta a la trazabilidad, ámbito en el que sustenta el 18% de las soluciones utilizadas en el sector agroalimentario, un 59% más que en 2019.
Cuáles son las técnicas de la agricultura sostenible
La agricultura sostenible puede declinarse en diferentes modelos y utilizar más de una técnica. Un ejemplo es el modelo de agricultura ecológica, en el que la producción se realiza de acuerdo con el reglamento europeo CEE 2092/91. En la práctica, solo se utilizan sustancias naturales, evitando la sobreexplotación de los recursos naturales y sin sustancias químicas sintéticas, sino solo fertilizantes naturales. Otro modelo es el de la agricultura biodinámica, que se basa en la teoría formulada por Rudolf Steiner en 1924.
El principio básico es respetar el ecosistema de la tierra, refiriéndose a las leyes cósmicas, como las fases de la luna, y la activación de la vida en el suelo. El objetivo es que las plantas se autorregulen y se adapten a las condiciones externas lo mejor posible. Tampoco se utilizan fertilizantes ni pesticidas químicos, que se sustituyen por la administración de preparados naturales que favorecen la fertilidad del suelo. En cuanto a la permacultura, se trata de poner en práctica la teoría del científico y naturalista australiano Bruce Charles “Bill” Mollison.
La permacultura es el conjunto de prácticas agrícolas orientadas al mantenimiento natural de la fertilidad del suelo, pero también un sistema de diseño integrado que entrelaza cuestiones de arquitectura, economía, ecología y sistemas legales para empresas y comunidades. En otras palabras, se trata de diseñar y gestionar los paisajes creados por el hombre de forma que satisfagan las necesidades de la población, como la alimentación y la energía, sin perturbar la sostenibilidad de los ecosistemas naturales.
Por último, otros modelos de agricultura sostenible son las ecoaldeas, comunidades orientadas a la sostenibilidad que experimentan con nuevos estilos de vida, que van desde el diseño de viviendas para minimizar el impacto medioambiental hasta la autosuficiencia alimentaria. Y por último, también será útil mencionar la agricultura de comercio justo, caracterizada por el hecho de que los productos crecen en tierras libres de explotación, chantaje, extorsión y mafias. El enfoque se centra simultáneamente en el respeto a las personas y al medio ambiente. Y en reducir la distancia entre los que cultivan la tierra y los que disfrutan de sus frutos.
En cuanto a las técnicas utilizadas por la agricultura sostenible, entre las más extendidas se encuentran: la rotación de cultivos, cuyo objetivo es mejorar o mantener la fertilidad del suelo; el control biológico, que consiste en vigilar las plagas agrícolas y los insectos transmisores de enfermedades utilizando sus enemigos naturales, que pueden ser otros insectos beneficiosos, depredadores, parasitoides y microorganismos como hongos, virus y bacterias; la cobertura del suelo con paja o materia orgánica, que es útil para mantener una humedad óptima del suelo y regular su temperatura.
Está claro que estos modelos y técnicas tienen mucho que ganar con un enfoque “tecnológico”, en el que la recopilación y el análisis de datos en tiempo real pueden ayudar a tomar las mejores decisiones en tiempo real, evitando el despilfarro y los daños a los cultivos, que pueden así crecer en todo su potencial.
¿Cuáles son los objetivos de la Agricultura 4.0?
Al poner las tecnologías digitales a disposición de la agricultura, es posible lograr una serie de resultados fundamentales desde el punto de vista de la sostenibilidad, como calcular con precisión la cantidad de agua que necesita una planta o plantación, evitando así el despilfarro de recursos, pero también poder hacer predicciones sobre los riesgos para los cultivos, por ejemplo, en lo que respecta a las enfermedades, al saber de antemano qué plagas podrían atacar a las plantas.
Luego está el área de la trazabilidad de la cadena de suministro, para controlar cada paso del proceso de producción y garantizar así la calidad del producto. Esto también se debe a que los productos incluidos en una cadena de suministro de alta tecnología mantienen sus propiedades intactas y, por tanto, son más saludables, con un aumento del 20% en la productividad.
Lo que surgió durante la COP26
Entre los temas debatidos en Glasgow con vistas al objetivo de emisiones netas cero, la agricultura también tuvo un papel destacado, con varios compromisos internacionales orientados a la sostenibilidad. Por ejemplo, para acelerar la innovación en la agricultura sostenible existe el acuerdo “AIM4C”, una nueva iniciativa liderada por Estados Unidos y los Emiratos Árabes Unidos, con más de 30 países de apoyo. También en el frente de la innovación agrícola, sobre todo en relación con la protección de las regiones dependientes de la agricultura, como el África subsahariana, frente a los efectos del cambio climático, están los 575 millones de dólares recaudados por una red de financiadores para ofrecer soluciones inteligentes a través de la red mundial de asociaciones de investigación agrícola del GCIAI.
En particular, la Fundación Bill y Melinda Gates ha prometido 315 millones de dólares en los próximos tres años para apoyar el trabajo del GCIAI relacionado con el clima. La mitad de la inversión de 315 millones de dólares de la Fundación Gates apoyará las iniciativas de adaptación al clima llevadas a cabo a través de la nueva cartera del GCIAI, cuyo objetivo es racionalizar las asociaciones, los conocimientos y los recursos para acelerar el ritmo de la innovación.
“Los impactos climáticos en la producción de alimentos son una amenaza existencial para varios cientos de millones de personas que dependen de la agricultura para mantener a sus familias”, dijo Bill Gates, copresidente de la Fundación Bill y Melinda Gates. “El CGIAR lleva medio siglo proporcionando soluciones de alto impacto a los pequeños agricultores y confío en que pueda liderar un esfuerzo global para desarrollar las innovaciones necesarias para adaptarse a un clima cambiante”.
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