La tecnología de nube digital, que permite guardar información sin soportes físicos, cobra cada vez más trascendencia. No solamente para usuarios convencionales, sino que claramente esto se extiende a empresas que ofrecen todo tipo de artículos y servicios, y que ven sus procesos productivos facilitados por esta revolución digital.
Las ventajas de este fenómeno son tantas que muchas industrias se están volcando a la computación en la nube (“cloud computing”) y al aprendizaje automático (“machine learning”).
Nuevos horizontes para el automovilismo
Unos de los sectores que se está valiendo de ambos fenómenos para optimizarse es la Fórmula 1, que los usa para elaborar mejores estrategias de carrera, establecer un seguimiento de datos superior y poder transmitir digitalmente.
Un caso ejemplar es el de científicos que entrenan modelos de aprendizaje informático profundo, cargados con 65 años de datos sobre carreras, generan registros de rendimiento de cada auto, equipo y piloto (lo que a su vez posibilita hacer apuestas y predicciones).
Uso interno
Además, durante las carreras estas tecnologías se usan para tener información precisa y procesarla para así sacar en limpio el rendimiento de cada monoplaza en todas las vueltas y curvas. De esta forma, también se puede describir cuán bien compite cada conductor, o si ha superado sus marcas personales. Incluso puede saberse desde qué lado o posición en la pista un piloto pretende adelantarse a su competidor, o cuándo es el momento para ello.
Y todos esos datos se pueden transmitir directamente en plataformas digitales y canales de televisión, por lo que estas novedades habilitarán a los fanáticos a adentrarse de lleno en los pormenores y en el espectáculo de la categoría.
Cómo es la medición
Haber trasladado la experiencia de la competición a una nube virtual implica que los televidentes puedan ser más partícipes que nunca de ella, y adentrarse al instante en esas estadísticas (a priori ininteligibles) que salen del auto hacia sus pantallas. Esta información proviene de más de un centenar de sensores, ubicados en todos los monoplazas que participan de la competición, que juntan datos para que la audiencia entienda mejor de qué se trata lo que ven. Estas mediciones implican la velocidad de entrada y salida, el estado particular de cada neumático, su temperatura y nivel de desgaste, y el rendimiento de cada auto.