El avance de la inteligencia artificial obliga a las empresas a revisar sus estructuras. En ese marco, la falta de talentos en IA quedó en el centro. El dato que más alarma proviene del Informe del Mercado Laboral Argentino 2025 de Adecco: ocho de cada diez compañías del país expresaron dificultades para cubrir los puestos y habilidades que sus operaciones exigen.
Ese panorama convive con un problema más profundo, ligado a la escasa preparación interna para acompañar la llegada de nuevas herramientas y procesos.

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¿Cómo impacta la falta de talentos en IA en la cultura organizacional argentina?
El fenómeno se repite a escala global y se profundiza cuando las organizaciones invierten sumas altas en tecnología sin atender su cultura interna. El World Economic Forum estimó que hasta 40% de los trabajadores deberá adquirir nuevas competencias durante los próximos años por efecto de la automatización. Sin embargo, el avance no depende solo de capacitar, sino de transformar la lógica interna.
Ezequiel Kieczkier, CEO de Olivia, resume el riesgo con una frase contundente: “El verdadero riesgo no es que la IA fracase técnicamente, sino que fracase estratégicamente: que se implemente sin transformar, que se adopte sin integrar, que se invierta sin medir. El desafío está en la cultura, no solo en el código”.
Su diagnóstico va a la raíz del problema: existe talento, aunque las organizaciones no ofrecen ámbitos listos para sostener aprendizaje, experimentación y adaptación.
La distancia entre quienes lideran y quienes integran los equipos también aparece en los datos del Boston Consulting Group. Según el informe, más del 75% de los líderes y gerentes afirmó usar inteligencia artificial generativa varias veces por semana, mientras que entre los empleados de primera línea el porcentaje bajó al 51%.
La brecha surge cuando la empresa suma herramientas sin revisar flujos de trabajo ni estilos de liderazgo. Kieczkier explica esta falla con otra definición clara: “Las empresas que logran resultados no son las que suman más herramientas, sino las que se animan a repensar cómo trabajan”.
¿Por qué las empresas no logran integrar talentos en IA en sus equipos?
La falta de un marco de acción aparece también en los datos de Gallup. Según la encuesta global, 44% de los empleados aseguró que su organización comenzó a integrar inteligencia artificial, aunque solo 22% afirmó que existe una estrategia clara para su uso. A la vez, apenas 30% expresó que la empresa definió políticas o lineamientos para aplicarla de manera responsable.
Adopción y gobernanza de la inteligencia artificial en las organizaciones
| Indicador relevado por Gallup | Porcentaje |
|---|---|
| Empleados que indicaron que su organización empezó a integrar inteligencia artificial | 44% |
| Empleados que afirmaron que existe una estrategia clara para el uso de la inteligencia artificial | 22% |
| Empleados que señalaron que la empresa definió políticas o lineamientos para un uso responsable de la inteligencia artificial | 30% |
En Olivia observan este fenómeno en todos los mercados en los que trabajan y lo plantean sin rodeos: “Vemos, tanto en Argentina como en otros mercados donde operamos, que muchos empleados ya utilizan IA en sus tareas cotidianas, pero sin guía ni criterios. Eso no es innovación: es riesgo. La transformación requiere liderazgo, acompañamiento y propósito”.
El cuadro general marca una conclusión firme: el principal obstáculo no aparece en la tecnología, sino en la capacidad de las personas y de las organizaciones para adaptarse. Los especialistas de Olivia lo señalan con énfasis: “Entrenar en IA no es suficiente. Hay que cambiar la forma en que aprendemos, colaboramos y gestionamos el cambio”. Esa adaptación resulta clave para liberar el potencial de las nuevas herramientas y para reducir la distancia entre los avances del mercado y la realidad interna de cada equipo.
En un contexto atravesado por el ritmo de los algoritmos, el desafío para Argentina queda claro: comprender que la demanda de talentos en IA no se resuelve solo con conocimientos técnicos. Necesita estructuras listas para evolucionar, liderazgo activo y culturas preparadas para sostener un cambio que ya forma parte del día a día.






