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ESG: qué significa
Detrás de las siglas ESG, cada vez más conocidas incluso fuera del mundo de las finanzas y la “sostenibilidad”, se esconden tres términos muy claros: Environmental, Social, and Governance (Medioambiental, Social y de Gobierno), tres dimensiones fundamentales para verificar, medir, controlar y apoyar (mediante la compra de productos o la elección de inversiones) el compromiso de sostenibilidad de una empresa u organización.
En concreto, la ESG se basa principalmente en un conjunto de criterios y normas de medición (en muchos casos aún en desarrollo) de las actividades medioambientales, sociales y de gobernanza de una organización. Criterios que adoptan la forma de un conjunto de normas de funcionamiento en las que deben inspirarse las operaciones de una empresa para garantizar el logro de determinados resultados medioambientales, sociales y de gobierno corporativo. Se trata de criterios que luego utilizan los inversores para evaluar y decidir sus opciones de inversión.
El fenómeno ESG es reciente, pero tiene raíces en el tiempo. El acrónimo ESG se remonta a 2005 y solo en los últimos años la información se ha vuelto lo suficientemente amplia y detallada como para permitir un análisis estadístico.
En cuanto a la lógica de evaluación, los criterios que subyacen a la letra “E” de Medio Ambiente son criterios medioambientales y evalúan cómo se comporta una empresa con el entorno en el que se encuentra y con el medio ambiente en general. Los criterios vinculados a la letra “S” están relacionados con el impacto social y examinan el impacto y la relación con el territorio, las personas, los empleados, los proveedores, los clientes y, en general, con las comunidades con las que opera o con las que se relaciona. Por último, la “G” de Gobernanza se refiere a las cuestiones de gestión empresarial inspiradas en las buenas prácticas y los principios éticos. En este ámbito, las cuestiones que se examinan se refieren a la lógica vinculada a la remuneración de los directivos, el respeto de los derechos de los accionistas, la transparencia de las decisiones y elecciones empresariales y el respeto de las minorías.
¿Por qué se han vuelto tan importantes los criterios ESG?
Los criterios ESG son importantes porque permiten medir los resultados medioambientales, sociales y de gobernanza de una empresa con precisión y sobre la base de parámetros normalizados y acordados. Durante mucho tiempo, el compromiso social, medioambiental y las prácticas de buen gobierno de una organización eran una opción completamente libre e independiente para las empresas, al igual que su representación y comunicación. Los resultados alcanzados se representaban a partir de opciones y lógicas vinculadas a cada realidad y no podían ser “medidos” o “comparados” con los de otras empresas ni ser objeto de evaluaciones “objetivas”. Los criterios ESG son importantes porque permiten rastrear las actividades medioambientales, sociales y de gobernanza con criterios de medición objetivos y compartidos.
ESG: un viaje que comienza con el concepto de sostenibilidad y desarrollo sostenible
Para abordar y comprender las cuestiones que subyacen a la lógica de la ESG, es necesario tener claro que estos principios se concretan en tres grandes temas estrechamente relacionados: el primero se refiere a la conciencia de los límites medioambientales, el segundo al concepto de gestión de los recursos y el tercero al principio de sostenibilidad, es decir, al respeto del medio ambiente o de cualquier contexto caracterizado por la limitación de los recursos.
Uno de los puntos de partida de lo que podría describirse como una “vía de concienciación” se remonta a los años 70 y se refiere al trabajo del Club de Roma en el MIT, que dio lugar al informe denominado “Los límites del crecimiento”. La importancia de este informe debe leerse hoy más que nunca en el alcance de su mensaje principal, a saber, que no es razonable, ni siquiera posible, pensar en seguir hacia un “crecimiento infinito cuando nuestro planeta está formado por recursos naturales no renovables”. En el mismo período histórico (que corresponde a 1972), la primera conferencia de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente dio lugar a la Declaración de Estocolmo, que destaca el concepto de que es “derecho de todos los seres humanos tener acceso a condiciones de vida satisfactorias, en un medio ambiente que les permita vivir con dignidad y bienestar”.
Este fue el inicio del camino hacia los temas de desarrollo sostenible, que vivió una etapa importante en años más recientes (estamos en 1987) cuando la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas compartió su informe sobre “Nuestro Futuro Común”, que buscaba una síntesis entre desarrollo y sostenibilidad en el concepto de desarrollo sostenible, acercándonos aún más a los conceptos subyacentes a la ESG. Sin embargo, no debemos dejar de señalar que la sensibilidad en aquellos años se centraba en la “E” de Medio Ambiente, es decir, el impacto ambiental del desarrollo económico. Los principios de ESG también contemplan formas de impacto social, de inclusión, de responsabilidad hacia las personas y los territorios, y nuevas formas de responsabilidad en materia de gobernanza que, con el tiempo, desembocarán en ESG.
Puntos de referencia ESG: los 17 ODS, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París
Los puntos de referencia de la lógica ambiental, social y de gobernanza pueden identificarse indirectamente en dos grandes momentos de la “historia de la sostenibilidad”: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU y los Acuerdos de París. Los puntos de calificación de estos dos grandes e históricos nombramientos están inspirando las estrategias y formas de realizar la sostenibilidad en los estados, organizaciones y empresas.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es el programa firmado el 25 de septiembre de 2015 por la Asamblea General de la ONU, es decir, los gobiernos de los 193 países miembros. La Agenda 2030 trata de los compromisos con las personas, la prosperidad y la preservación del planeta y se plasma en los 17 ODS, que conforman un vasto programa de acciones e intervenciones compuesto por 169 metas.
Los 17 ODS están fuertemente interconectados y abordan una gran familia de cuestiones de desarrollo económico y social, empezando por la lucha contra la pobreza, el hambre, el derecho a la salud y a la educación, el acceso al agua y a la energía, la dignidad en el trabajo y la posibilidad de crear condiciones para un crecimiento económico inclusivo y sostenible. Por último, pero no por ello menos importante, los 17 ODS abordan las cuestiones del cambio climático y la protección del medio ambiente, la urbanización y los nuevos modelos de producción y consumo, junto con cuestiones de igualdad social y de género, justicia y paz.
El 12 de diciembre de 2015 representa otro hito para los temas de sostenibilidad y para el Planeta. En París, los 197 Estados miembros de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático firman el Acuerdo de París y llegan al primer gran acuerdo universal y jurídicamente vinculante sobre el cambio climático. Es una elección estratégica de importancia fundamental para la senda de la ESG, pero sobre todo para el Planeta, a saber, la decisión de contener el aumento de la temperatura media global por debajo del umbral de 2°C sobre los niveles preindustriales a largo plazo, y de limitar este aumento a 1,5°C.
ESG y el principio de neutralidad del carbono
Uno de los puntos de referencia de la ESG se encuentra en el principio de Neutralidad del Carbono, la capacidad de limitar las emisiones de gases de efecto invernadero y crear condiciones que permitan reducirlas a cero. En concreto, el IPCC, Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, define “oficialmente” la Neutralidad de Carbono como la capacidad de lograr un equilibrio entre las emisiones residuales y las actividades destinadas a eliminar las emisiones de dióxido de carbono de la atmósfera. En otras palabras, en el horizonte de la Neutralidad del Carbono se encuentra la capacidad de crear las condiciones para un desarrollo sostenible en el que sea realmente posible “cero” o, a través de diversos medios, “neutralizar” las emisiones de CO2.
Con base en estos criterios, un producto o incluso una empresa puede considerarse “neutra en carbono” o “libre de carbono” si la empresa se compromete a eliminar del medio ambiente la misma cantidad de dióxido de carbono que fue necesaria para su producción. Una especie de “corrección ambiental” en la atmósfera para conseguir emisiones netas cero.
Qué significa la neutralidad del carbono y por qué es uno de los requisitos de la ESG
El vídeo de la AF&PA, American Forest and Paper Association, no solo proporciona información sobre el significado y el papel de la neutralidad del carbono para el desarrollo sostenible, sino que también muestra claramente lo fundamental que es el papel de las plantas y los bosques tanto para el medio ambiente como para la economía.
¿De dónde provienen las métricas de evaluación ESG?
Por lo tanto, los criterios ESG no son “nuevos” en términos absolutos, sino que son activos y compartidos por la comunidad de empresas y organizaciones más preocupadas por la sostenibilidad medioambiental y social y las prácticas de buen gobierno corporativo. Su importancia ha aumentado fuertemente, ya que estos criterios son utilizados por la comunidad financiera para “medir”, evaluar y comparar el rendimiento medioambiental, social y de gobernanza de las empresas junto con su rendimiento empresarial convencional. El mundo de las finanzas ha comenzado a prestar gran atención a la evaluación de los criterios ESG, en primer lugar para la gestión de diversas formas de inversión que se inspiran en criterios de responsabilidad social y medioambiental y que abordan objetivos relacionados con el medio ambiente, la dimensión social y la gobernanza inspirados en principios éticos. En segundo lugar, la atención del mundo financiero se ha extendido a la evaluación de estos criterios para todas las empresas, independientemente de su vocación o misión, ya que muchos análisis han demostrado (como veremos más adelante) que las empresas con las mejores calificaciones en materia de ESG son también las que obtienen mejores resultados y afrontan mejor los riesgos asociados a las situaciones de emergencia o crisis.
Las tres principales razones que impulsan a los actores financieros hacia la ESG
En resumen, hay básicamente tres razones para que los agentes financieros presten cada vez más atención a los criterios ESG a la hora de analizar las empresas y tomar decisiones de inversión:
- Desde 2020, también debido a la pandemia y a sus consecuencias económicas y sociales, existe una convicción generalizada entre los profesionales de que la integración con criterios ESG mejora el rendimiento de las empresas y, en algunos aspectos, permite un mayor control del rendimiento de las carteras financieras.
- El análisis ESG, en cuanto a la evaluación del rendimiento de las empresas respecto a su situación en relación con el medio ambiente, la sociedad y los principios éticos que guían la gestión, se conoce también como análisis “extrafinanciero”, precisamente porque complementa el análisis financiero más tradicional para completar la lectura de los valores y activos de las empresas, también desde el punto de vista de los criterios de sostenibilidad.
- Este tipo de análisis es especialmente importante para el mundo financiero cuando hay que seleccionar los valores de las empresas que mejor se ajustan a los criterios de sostenibilidad sobre la base de parámetros y criterios objetivos.
¿Por qué se considera positivo el impacto ESG?
El impacto financiero positivo de la ESG es determinado por una serie de factores. El primer elemento procede de la convicción de que una empresa “sostenible” está en condiciones de afrontar menos riesgos relacionados con las emergencias medioambientales, que está en mejores condiciones de cumplir la normativa que siempre será rigurosa en materia de cuidado del medio ambiente, que está menos sujeta a posibles litigios. Al mismo tiempo, se trata de empresas que, precisamente por este compromiso, manifiestan un mayor empeño en la investigación científica, en la innovación tanto en la capacidad de producción (es decir, la innovación en las operaciones y la seguridad del personal) como en las relaciones con sus clientes y socios, en términos de transparencia y confianza. Este enfoque expresa sus beneficios en términos de reducción de los riesgos relacionados con los accidentes o las prácticas inadecuadas a nivel de las operaciones, las relaciones con los clientes e incluso las acciones legales. En concreto, las empresas que basan sus estrategias y elecciones en criterios ESG y adoptan criterios adecuados para medir y controlar su compromiso son empresas que pueden obtener mejores resultados en términos de negocio y que, al mismo tiempo, están menos expuestas a riesgos.
Por qué las inversiones ESG se conocen también como “inversiones sostenibles”.
Las inversiones guiadas por criterios ESG representan un tipo de elección financiera que en el pasado se ha “confundido” con el concepto de inversiones sostenibles. Ciertamente, las inversiones guiadas por ESG tienen muchos puntos en común con las inversiones sostenibles tradicionales, pero también presentan importantes diferencias. La primera y más relevante se refiere al concepto de mensurabilidad. La asociación con los valores de la sostenibilidad significa que las inversiones están destinadas a producir un rendimiento positivo – obviamente medible – para los inversores, pero también son inversiones que pueden generar efectos positivos para la sociedad y el medio ambiente. Y estos resultados también deben ser medibles y claramente representables. La diferencia con las inversiones sostenibles del pasado o las inversiones “tradicionales” es que los criterios ESG permiten medir concretamente los efectos sociales y medioambientales de estas inversiones, además de los efectos económicos ligados a los resultados empresariales, y permiten crear verdaderas clasificaciones que “jerarquizan” el rendimiento de las empresas que pretenden obtener resultados en términos medioambientales, sociales y de gobernanza.
En comparación con el pasado, cada vez es mayor la convicción de que las empresas que pueden producir resultados positivos para el medio ambiente y la sociedad son también más eficaces a la hora de conseguir mejores resultados empresariales. Cuando se habla de inversiones sostenibles, hay que tener en cuenta que existen diferentes tipos:
- Inversiones socialmente responsables dentro de las cuales se sitúan las inversiones éticas
- Inversión de impacto
- Inversiones basadas en el valor
- Inversiones basadas en criterios ESG
Medio ambiente, social y gobernanza: por qué estos criterios atraen cada vez más a los inversores
El mundo de las finanzas recurre cada vez más a los criterios ESG para sus elecciones de inversión; se ha demostrado ampliamente que, junto a los beneficios de reputación, hay beneficios concretos de rendimiento. Las inversiones basadas en los principios ESG, como hemos visto, reducen la exposición a una amplia gama de riesgos y aumentan la resistencia de las carteras. Tal y como indica el estudio de BlackRock Sustainability goes Mainstream, entre los tres criterios de Medio Ambiente, Social y Gobernanza, la dimensión medioambiental sigue dominando sobre la “S” de Social y la “G” de Gobernanza. Los 425 inversores que participaron en la investigación, activos en 27 países y que representan 25 billones de dólares, muestran que la prevalencia hacia las cuestiones medioambientales se espera que crezca en los próximos 3-5 años del 88% al 89%; la parte social está ligeramente por encima del 50% y se espera que crezca del 52% al 58%, mientras que la “G” de gobernanza se espera que disminuya del 60% al 53%.
El papel orientador de los ODS para los inversores
El estudio de BlackRock también ofrece la oportunidad de dirigir la atención a un tema que está llamado a ser cada vez más importante en el contexto de la gestión de las carteras de los inversores, a saber, el papel de los ODS de la ONU. La pregunta es “¿Cuál de los 17 ODS orienta principalmente las decisiones de inversión?”
De la investigación se desprende que los temas relacionados con el “objetivo” número 13, Acción por el Clima, recibieron el 51% del consenso, seguido con el 50% los temas relacionados con el objetivo número 7: “Energía asequible y limpia”, con el 37% el objetivo número 6 dedicado a “Agua limpia y saneamiento” para seguir con el 32% al objetivo número 3 “Buena salud y bienestar” y llegar al 29% para el objetivo número 11 “Ciudades y comunidades sostenibles”.
¿Qué se entiende por “inversión de impacto de actitud”?
En la inversión de impacto, los inversores no solo buscan alcanzar objetivos de rentabilidad financiera con una optimización de los factores de riesgo, sino que también tratan de alcanzar objetivos relacionados con el impacto social y medioambiental de las empresas con sus productos y servicios. La inversión de impacto es un enfoque que parte de la consideración de que las empresas deben tener objetivos más articulados que la mera generación de valor económico. Para varios economistas y observadores, desde hace tiempo se está produciendo una evolución que pretende superar la creencia de que la riqueza de los accionistas está solo en los beneficios y el crecimiento del valor de mercado. Una evolución que parte de la convicción de que las actividades destinadas a generar beneficios y las inspiradas en principios éticos no son incompatibles entre sí, sino que, por el contrario, están destinadas a ser inseparables. Especialmente para los inversores que siguen una lógica a largo plazo.
Qué es la integración de la ESG
Una posible respuesta a los que miran con escepticismo la lógica ESG es el enfoque conocido como Integración ESG. Se trata de un enfoque que “utiliza” la información y las evaluaciones ESG sin crear una verdadera estrategia ESG. En este caso, los inversores toman decisiones de inversión que incorporan factores ESG dentro de un marco tradicional de gestión y modernización de carteras. En otras palabras, los criterios ESG se explotan por su potencial de conocimiento para analizar y comprender los factores de riesgo y el potencial de rendimiento. El principio en el que se basa el enfoque de la integración de los criterios ESG es que todavía no hay unanimidad en cuanto a los efectos beneficiosos de los criterios ESG. Sin embargo, incluso en ausencia de esta unanimidad, hay investigaciones que relacionan la calidad de las calificaciones en términos de cuestiones materiales de sostenibilidad con los resultados de las empresas, y las empresas con calificaciones más positivas obtienen mejores resultados que otras empresas. Al mismo tiempo, otras investigaciones demuestran que las empresas comprometidas con la adopción y aplicación de prácticas ESG muestran una relación no negativa o positiva con el rendimiento financiero y una mayor estabilidad de los resultados a lo largo del tiempo.
La integración de ESG puede interpretarse como una forma de escepticismo consciente del valor.
¿Qué se entiende por criterios ESG?
Los criterios ESG son la representación de un conjunto de criterios para medir y supervisar el rendimiento de las empresas con respecto a sus impactos ambientales, sociales y de gobernanza.
La ESG representa un enfoque para entender y analizar las empresas que se utiliza cada vez más en el mundo financiero como plataforma para evaluar la sostenibilidad de las inversiones y valorar el rendimiento de las empresas junto con los parámetros económicos tradicionales.
¿Qué son los Riesgos de Transición y por qué están relacionados con la ESG?
Cuando una empresa emprende un camino para migrar sus actividades y su negocio en dirección a una estructura que mejore su impacto medioambiental y social, está gestionando un proyecto que es esencialmente de Transición. La empresa debe pasar de un modelo en el que “consume materia, energía, tiempo y competencias de recursos humanos” a otro en el que gestiona una relación responsable con la materia, con la energía, con los valores que provienen de las personas. La empresa se enfrenta a una transición muy importante y debe preparar su organización, su infraestructura de producción, su personal y su gobernanza en general para apoyar este nuevo modelo. Esta transición no está exenta de riesgos: ESG significa “subir el listón” del rendimiento, significa añadir nuevos objetivos relacionados con el impacto medioambiental y social a los objetivos empresariales que siguen siendo primordiales. El camino hacia la ESG también debe tener en cuenta los factores vinculados a los Riesgos de Transición, es decir, los riesgos asociados a la transformación energética, digital, económica y, en no pocos casos, también del modelo de negocio de las empresas.
ESG: la convergencia de la innovación sostenible y digital
Se mire como se mire, tanto si se trata de un proyecto de transformación empresarial como de una forma de inversión, la sostenibilidad lleva tiempo, no es un proceso y mucho menos un proyecto compatible con la lógica del corto plazo. Pero incluso aquí lo digital puede ser un “acelerador”. Debemos tener en cuenta que tanto la sostenibilidad como la innovación digital conllevan una profunda transformación a nivel de producción, innovación en las operaciones, gestión de recursos y demanda de nuevas competencias. Pensemos, por poner un ejemplo, en el propio concepto de materia, en los modelos de relación con el personal, con los clientes, con los socios, y precisamente en el hecho de que los propios modelos de negocio están en condiciones de evolucionar, de desarrollarse en nuevas formas. En este sentido, los modelos habilitados digitalmente, como la transformación de los servicios o la servitización, pueden permitir una aceleración muy significativa.
En ESG360 estamos convencidos de que no se puede hablar “solo” de innovación sostenible y o de innovación digital, sino que son dos procesos que, aunque se inicien de forma independiente, están destinados a converger y entrelazarse. Si quiere conseguir resultados concretos, tiene que hablar tanto de la transformación hacia la sostenibilidad como de la transformación digital. Como es evidente, iniciar y gestionar una transformación lleva tiempo, y aplicar procesos ESG requiere una transformación que aporte resultados a largo plazo.
Pero la diferencia entre un “declive” inicial de la ESG y la sostenibilidad y el que está tomando forma con este tipo de transformación que podemos definir como estructural, es precisamente la soldadura entre la transformación relacionada con la sostenibilidad y la transformación digital. Lo digital está demostrando que es posible acelerar las cosas y que se pueden alcanzar objetivos que combinen el impacto medioambiental y social con los resultados empresariales, incluso a medio y corto plazo.
Innovar significa “cambiar las reglas del juego”: la verdadera relación entre ESG y sostenibilidad
El paso de una perspectiva a largo plazo a otra a medio o incluso a corto plazo no debe equipararse solo a una forma de aceleración, no se trata solo de “hacer las mismas cosas en menos tiempo” o incluso de la posibilidad de dar “más potencia” al motor para aumentar la velocidad. La fase de eficiencia que conlleva lo digital (hacer más con menos) sigue siendo fundamental y muy importante y está ligada al hecho de que lo digital abre nuevas formas de transformación económica. Y en cualquier caso, por sí solo no es suficiente para el “cambio de paradigma” que se exige a los procesos de sostenibilidad y a los ESG teniendo en cuenta que son proyectos basados directa o indirectamente en los 17 ODS de la ONU.
Para lograr estos objetivos, hay que “cambiar” las reglas del juego. La relación con los recursos debe ser completamente revisada, sea cual sea el tipo de empresa y el tipo de negocio al que se dedique. Aquí está el papel de la soldadura entre la sostenibilidad y la innovación digital, aquí está el sentido de lo digital que abre paso a una nueva lectura de las necesidades y una nueva forma, compatible con los recursos disponibles, para responder a estas necesidades. Aquí hay modelos innovadores como la economía circular, la servitización, el trabajo a distancia y el trabajo inteligente, la desmaterialización de los servicios y los procesos de producción.
Por qué el ESG se está convirtiendo en la corriente principal
El ESG no es en absoluto un fenómeno nuevo, las cuestiones de transformación ambiental y social han sido durante mucho tiempo el centro de atención de muchas empresas y organizaciones, pero se vivía básicamente como una cuestión ética o de posicionamiento de las empresas. Frente a opciones, en muchos casos también muy valientes, y ciertamente también muy exigentes en cuanto a la transformación de los productos, la comunicación se basó en la voluntad de las empresas de valorizar este compromiso también desde el punto de vista comunicativo y comercial. Hace tiempo que han surgido diversas formas de certificar y ofrecer garantías sobre el compromiso real y los resultados obtenidos por las empresas, con el fin de ofrecer a los consumidores, principalmente, la certeza de que el precio elevado que se exige a cambio de un compromiso, a menudo extraordinario, en materia de gestión del impacto medioambiental de los productos se corresponde con la realidad. Sin duda, esta fase ha ayudado a muchas empresas a obtener una ventaja competitiva que también expresa un valor ético y ha encontrado aceptación entre un número creciente de consumidores. Y es precisamente en este punto de partida, es decir, el número de consumidores que orientan sus elecciones en función de criterios éticos y la cantidad y amplitud de sus elecciones, donde se inició y consolidó este fenómeno. De ahí el paso a un sistema de seguimiento, verificación, parametrización y creación de clasificaciones reales para garantizar a los consumidores en sus elecciones y -por la extensión de esta tendencia- para garantizar a los inversores en sus decisiones de inversión. Aquí la ESG empezó a convertirse en un fenómeno generalizado. Se ha pasado de una fase en la que el impacto medioambiental y social o el compromiso ético de las empresas influían en las decisiones de un número limitado de consumidores a una situación en la que tanto la conciencia pública como el número de consumidores han aumentado considerablemente. Ante esta evolución del mercado, también ha aumentado la atención de los inversores hacia las empresas que deciden trabajar en el impacto medioambiental y social para asumir un comportamiento más responsable en la gestión de los recursos.
Es posible medir el impacto medioambiental de los productos que compramos en las tiendas
La posibilidad de asociar incluso elecciones cotidianas, como la compra de un producto de consumo, con la conciencia de influir en el impacto medioambiental con esta elección es un reto extraordinario. Un reto asumido por varias realidades, especialmente en el ámbito digital. Un buen ejemplo viene de la mano de la startup sueca Doconomy y su uso del Índice Aland para medir las emisiones de CO2 correspondientes a cada producto individual. Gracias a la solución creada por Doconomy, es posible medir el impacto medioambiental de los productos y servicios con una herramienta que permite calcular la huella de carbono incluso de productos y servicios muy complejos. La Calculadora 2030 permite calcular rápidamente la huella de carbono de los productos, proporcionando datos que también pueden utilizarse en el etiquetado de los productos para que las empresas puedan comunicar el impacto medioambiental de cada uno de ellos.
Los datos proporcionados por la Calculadora 2030 incluyen una mezcla de valores de CO2 y CO2e, mientras que la huella de carbono final se calcula en kg de CO2e. El cálculo de la huella de carbono de cada producto se basa en los datos proporcionados por el ACV (Análisis del Ciclo de Vida), que se parametriza con los datos de las bases de datos de las emisiones de CO2e generadas por las materias primas, los materiales de procesamiento y envasado, y los servicios relacionados con las operaciones, incluyendo la producción, el transporte y la manipulación.
La Calculadora 2030 es capaz de asociar a cada producto una serie de datos relacionados con los materiales con los que se ha fabricado, la energía necesaria para su producción, junto con datos relacionados con el “peso” de las categorías de productos a las que pertenece, pero también con la zona geográfica en la que se desarrollan las actividades de producción, el número y tipo de empresas implicadas en el proceso de producción, las instalaciones que han intervenido y todos los demás recursos que intervienen, aunque sea de forma indirecta, en la producción, el transporte y la comercialización del producto que aterriza en una estantería.
La cifra final, que debe ser claramente entendida por los consumidores, es el resultado de una estrecha colaboración entre Doconomy y una serie de fuentes independientes como el ICE (The Inventory of Carbon & Energy de la Universidad de Bath), el IVL (el Instituto Medioambiental Sueco), el DEFRA (el Departamento de Energía, Alimentos y Asuntos Rurales del gobierno británico). En concreto, para la evaluación del componente energético, Doconomy ha optado por utilizar la AIB (Asociación de Organismos Emisores) como fuente para el mercado europeo y la AIE (Agencia Internacional de la Energía) para los países no europeos. En cambio, la medición del “peso” del “transporte” se calcula mediante la API de Google Maps Places y los datos de las emisiones se gestionan mediante NTM (Network for Transport Measures).
Pero, ¿es realmente cierto que los consumidores eligen en función del impacto medioambiental?
No es posible dar una respuesta absoluta, pero ciertamente hoy las opciones medioambientales y sociales son mucho más importantes que en el pasado, y el número de personas que buscan una relación más consciente y respetuosa con el medio ambiente va en aumento. Si nos fijamos en los datos de GfK Sustainability (Who cares, Who does research) vemos que el 59% de los italianos espera que las empresas y las marcas se comporten de forma cada vez más responsable en términos de impacto medioambiental, y no solo el 34% dice estar dispuesto a “pasar de las palabras a los hechos” y a cambiar sus hábitos si esto contribuye a mejorar su impacto medioambiental.
Se están creando las condiciones para que la sostenibilidad asuma el papel de “motor existencial”, caracterizando e influyendo en los estilos de vida, incidiendo directamente en las elecciones de compra y consumo. Por eso es cada vez más importante estudiar y analizar las tendencias ecológicas y comprender más a fondo las especificidades del grupo de consumidores “eco-conscientes”.
Sobre la base del comportamiento de compra de bienes de consumo en la gestión de envases, en 2019 se identificaron diferentes tipos de impacto ambiental y actitudes significativamente diferentes en términos de responsabilidad personal y comportamiento ambiental activo, como en la gestión de residuos.
GFK considera que hay tres grandes tipos de actitudes al respecto:
- Consumidores y ciudadanos eco-activos y responsables, fuertemente comprometidos con la adopción de medidas significativas para reducir el impacto medioambiental.
- Eco-conscientes, es decir, en este caso, personas cada vez más preocupadas y atentas a las cuestiones medioambientales, pero que tienden a considerar que la acción es principalmente responsabilidad de los gobiernos y las empresas
- Eco-desatentos o desinteresados, es decir, personas que no se interesan por los retos relacionados con el impacto medioambiental y no tienen ninguna preocupación relacionada con este tipo de cuestiones
Las investigaciones demuestran que la concienciación va en aumento. Los eco-activistas crecen a un ritmo de dos dígitos, lo que demuestra que la inclinación hacia la sostenibilidad no es una actitud temporal, sino que tiene las condiciones para convertirse en una actitud personal y social que influye profundamente en las elecciones y el estilo de vida de los consumidores.
Todo el mundo “habla” de sostenibilidad, pero cuidado con el riesgo del Greenwashing
Incluso antes de la ESG, las empresas se centran en cuestiones de sostenibilidad y lo hacen porque los consumidores exigen cada vez más la sostenibilidad en sus elecciones diarias. La comunicación lleva tiempo centrándose en estas cuestiones y no es casualidad que no pocos analistas hayan centrado su atención en los riesgos del Greenwashing.
¿Cuándo nos enfrentamos al Greenwashing y cómo reconocerlo? En primer lugar, hay que decir que este término se refiere a la práctica de algunas empresas que “maquillan de verde” sus productos y su imagen sin basar realmente los resultados “verdes” en prácticas y datos concretos. Nos encontramos con casos de Greenwashing cuando los mensajes de sostenibilidad no se reflejan efectivamente en las características específicas de los bienes o servicios vendidos, o en los métodos de producción adoptados por las empresas. En estos casos, la pretensión de la empresa de hacer hincapié en la sostenibilidad es en realidad un mensaje vacío destinado a captar la atención de los clientes.
Se trata de un fenómeno que ha recibido el nombre de greenwashing, terminología derivada de whitewashing, expresión que se refiere a la práctica de repintar un objeto para cubrir sus imperfecciones. El lavado verde puede exponer a la empresa a consecuencias legales y económicas.
¿Camiseta por 2 euros? Si conoces el impacto social prefieres hacer una donación
Un experimento social verdaderamente significativo. Una camiseta a la venta a un precio “agresivo”: 2 euros. Parece que muchos clientes potenciales se aprovechan de ello, se preparan para pagar y se preparan para llevársela a casa, pero el “verdadero precio” es la conciencia, para hacer la compra hay que saber cómo se hacen las camisetas. Para conseguir un producto con esas características a ese precio de mercado hay otro “precio” que se está pagando. Las condiciones de trabajo en las fábricas, la falta de seguridad en todos los aspectos, los riesgos para la salud, la explotación de las personas. Todo documentado y claro: para que puedas comprar esta camiseta a este precio, este es el precio que estás “haciendo” pagar a otra persona. ¿La alternativa? Dona los dos euros, renuncia a la camiseta y contribuye a crear mejores condiciones de trabajo y de vida para las personas implicadas en esta cadena de suministro ciertamente poco virtuosa.
¿El resultado? El conocimiento de lo que hay detrás del proceso de producción de estas camisetas elimina toda duda. La mayoría de los que se presentaron como clientes potenciales se convierten en donantes.
¿Se puede hablar de un “efecto” BlackRock para ESG?
Ciertamente, fue noticia a principios de 2020 cuando el consejero delegado de BlackRock, Larry Fink, anunció la voluntad del fondo de orientar sus inversiones hacia empresas cuyas estrategias y actividades se inspiren en criterios ESG (BlackRock, medio ambiente, pymes y perspectivas ESG). BlackRock es el mayor gestor de fondos privados del mundo y, de hecho, ha declarado que elige para sus inversiones a empresas que optan por mejorar su impacto medioambiental y adoptar una gobernanza atenta a la protección de los derechos del personal. Para una empresa que gestiona más de 6,5 billones de dólares en activos (valores que superan el PIB de muchas economías nacionales) elaborar una lista de 244 empresas del mundo que no están haciendo lo suficiente para combatir el cambio climático es dar indicaciones estratégicas y de gestión muy fuertes en la dirección de las políticas y proyectos ESG.
Vídeo de la CNBC con una entrevista a Larry Fink, consejero delegado de BlackRock, sobre la importancia de que las empresas tomen decisiones inspiradas en la sostenibilidad
Uno se pregunta por qué una empresa como BlackRock, tan importante y tan atenta al rendimiento de sus inversiones, ha optado por adoptar una posición tan clara. Sin desmerecer en absoluto el valor moral de esta elección y la visión ética que anima las estrategias del fondo, no cabe duda de que también existe la convicción (y la capacidad de previsión) de que el riesgo vinculado al clima y a la relación entre las empresas y el medio ambiente representa un componente cada vez más importante del riesgo de inversión. Cuanto más capaces sean las empresas de gestionar su relación con el medio ambiente, más capaces serán de reducir los factores de riesgo relacionados con el clima y más capaces serán de cumplir las previsiones a medio y largo plazo, incluso ante posibles emergencias.
El activismo de las finanzas: Morgan Stanley anuncia que solo se financiará con emisiones netas cero para 2050
Morgan Stanley es una empresa líder en servicios financieros internacionales que ofrece servicios de gestión de inversiones, gestión de activos y banca de inversión, con presencia en más de 41 países. Hace unos diez años, puso en marcha su propio Grupo Global de Finanzas Sostenibles para centrar la atención y los recursos en la identificación de posibles riesgos y oportunidades relacionados con el cambio climático y la sostenibilidad. El compromiso ha continuado con la creación de un Instituto de Inversión Sostenible con el que Morgan Stanley pretende analizar y crear las condiciones para estimular y acelerar el desarrollo de inversiones inspiradas en criterios de sostenibilidad con una serie de iniciativas que incluyen la formación profesional de personas capacitadas en la gestión de inversiones sostenibles, tanto en términos de análisis de perspectivas y riesgos como en términos de habilidades en el uso de herramientas adecuadas para el seguimiento y la evaluación comparativa de los resultados relacionados con la sostenibilidad. Pero el Instituto para la Inversión Sostenible también pretende iniciar formas de colaboración con empresas e instituciones para aumentar el conocimiento y la concienciación sobre estos temas.
En octubre de 2020, la empresa anunció su compromiso de lograr emisiones netas cero financiadas para 2050. En esa ocasión, la Directora de Sostenibilidad de la empresa, Audrey Choi, declaró que el cambio climático es uno de los problemas más complejos de nuestro tiempo, con tantas interconexiones a todos los niveles, y que para estimular y promover la transición hacia un futuro con bajas emisiones de carbono, también se necesitan herramientas estandarizadas y métodos compartidos para medir, supervisar, y divulgar e informar sobre las emisiones de las empresas financiadas. De ahí el compromiso de la empresa de desarrollar herramientas y métodos para medir y gestionar las actividades financieras relacionadas con las emisiones de carbono.
¿Qué es la economía circular y por qué es importante para la ESG?
Para algunos es “la solución”, para otros es un largo camino que solo puede dar frutos si va acompañado de una gran transformación cultural y social, para otros aún es una “recuperación” de la “circularidad” natural de la naturaleza. En cualquier caso, la economía circular está estrechamente vinculada a las perspectivas ESG y es una respuesta muy concreta a la necesidad de repensar la gestión de los recursos vegetales a partir de las actividades de cada empresa. No se pueden considerar las perspectivas ESG sin entender el paradigma de la economía circular, es decir, la capacidad de hacer de la sostenibilidad medioambiental y social la base de la estrategia empresarial.
Pero, ¿qué se entiende exactamente por economía circular?
En pocas palabras, la economía circular puede definirse como la capacidad de pasar de un modelo lineal de producción y consumo en el que cada paso implica el consumo de materia y energía a una fase final, en la que la materia y la energía de cada producto terminan su ciclo de vida y requieren más esfuerzos e inversiones para gestionar su eliminación, a un modelo circular en el que el producto se diseña teniendo en cuenta su relación con los recursos y el medio ambiente y su ciclo de vida se establece para “devolver” materia y energía al medio ambiente. El principio de esta “circularidad” está vinculado a una lógica que permite desvincular las cuestiones de crecimiento económico en general de las de consumo de recursos. El otro aspecto clave lo representa la posibilidad de repensar, gracias a la circularidad, el propio concepto de residuo.
La economía circular permite alcanzar una serie de objetivos que forman parte estructuralmente de la lógica “circular”, que pueden resumirse en una serie de puntos clave:
- Es posible aumentar el valor de un producto a lo largo del tiempo y también aumentar conscientemente el valor de todos sus componentes en el sentido de todas las piezas, procesos y actividades de fabricación. Un valor que no “merece” ser desperdiciado
- Disponibilidad de más oportunidades de transformación de una lógica de propiedad a una lógica de servicio, por ejemplo, en forma de transformación de servicios o servitización
- De hecho, esta perspectiva implica también una ampliación del ciclo de vida de los productos, o más bien un replanteamiento de la relación entre consumidor y producto
Para el mundo de la fabricación en particular, la economía circular implica un profundo replanteo tanto en lo que respecta a las relaciones con los clientes como, por supuesto, a la organización del trabajo. En concreto, esta perspectiva implica algunos pasos fundamentales como:
- Rediseñar los productos tanto en términos de lógica de producto orientada a prolongar su vida útil como en términos de utilización de materiales y componentes más adecuados para garantizar un correcto impacto medioambiental
- La innovación a nivel de los modelos de negocio en términos de una relación diferente entre el producto y el consumidor también en el signo de una evolución de una relación basada en el concepto de propiedad del producto a una basada cada vez más en el concepto de uso del producto o beneficios del producto. en todo esto un papel absolutamente
- Nuevos procesos de producción. Este camino requiere un replanteamiento de los modelos de producción desde una perspectiva que permita prestar mayor atención a todas las cuestiones medioambientales también a nivel de fábrica. Por ejemplo, reducir los residuos de la producción e innovar en las tecnologías de producción y materiales para conseguir beneficios en la gestión de los recursos energéticos y el procesamiento de los materiales
- Impacto en las cadenas de suministro. La innovación vinculada a la economía circular no se detiene en la relación con los consumidores y la “fábrica”, sino que, como es evidente, también tiene un impacto considerable a nivel de la innovación en las cadenas de suministro, a las que se confía, entre otras cosas, la tarea fundamental de estar en condiciones de recuperar el producto al final de su vida útil y de gestionar su recuperación en términos de materiales, recursos energéticos, competencias y relación con los consumidores o clientes finales.
- Gestión financiera innovadora. La ampliación del ciclo de vida del producto, el replanteamiento de la relación entre el consumidor y el producto, los nuevos métodos de venta y fijación de precios, la necesidad de considerar las actividades de recuperación del producto ya en la fase de diseño, exigen un profundo replanteamiento también desde el punto de vista financiero, sobre todo cuando se aplican también modelos de negocio innovadores basados predominantemente en el servicio. El componente financiero de las empresas debe participar en esta evolución ya en la fase de rediseño de productos y procesos.
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