Tener un buen cociente intelectual (CI) ya no es suficiente para destacarse en el mundo laboral y en la vida social. Hoy, lo que se necesita es un alto cociente emocional (EQ), también conocido como cociente de inteligencia emocional en el trabajo.
A diferencia de la inteligencia lógico-matemática, la inteligencia emocional en el trabajo es la capacidad de comprender, utilizar y gestionar las emociones de manera eficaz, con el objetivo de mejorar las relaciones con los demás, comunicarse de manera positiva y afrontar los desafíos diarios.
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¿Qué es la inteligencia emocional en el trabajo según Goleman?
El término “inteligencia emocional” fue acuñado en 1990 por los psicólogos John D. Mayer, de la Universidad de New Hampshire, y Peter Salovey, de Yale. Sin embargo, fue el psicólogo Daniel Goleman quien popularizó el concepto en 1995 con su libro Inteligencia emocional, donde relacionaba estrechamente esta capacidad con el éxito laboral.
En 1998, Goleman escribió en la Harvard Business Review: “Los líderes más eficaces son todos iguales: tienen un alto grado de lo que se conoce como inteligencia emocional. No es que el coeficiente intelectual y las habilidades técnicas sean irrelevantes, porque son importantes, pero… son los requisitos básicos para los puestos ejecutivos. Mi investigación, junto con otros estudios recientes, demuestra claramente que la inteligencia emocional es la condición sine qua non del liderazgo. Sin ella, una persona puede tener la mejor educación del mundo, una mente analítica y un sinfín de ideas inteligentes, pero de todos modos no será un gran líder”.
Las cinco características de la inteligencia emocional
La mayoría de los empleados (86%) cree que un liderazgo empático eleva la moral, mientras que el 87% opina que la empatía es esencial para promover un entorno inclusivo. Estos datos surgen de la Encuesta sobre Empatía en los Negocios de Ernst & Young 2023. Los trabajadores también consideran que la empatía mutua entre líderes y empleados aumenta la eficiencia (88%), la creatividad (87%), la satisfacción laboral (87%), el intercambio de ideas (86%), la innovación (85%) e incluso la facturación de la empresa (83%).
Según Goleman, la empatía es una de las cinco habilidades clave para desarrollar la inteligencia emocional en el trabajo. Las otras son la atención plena, el autocontrol, la motivación y las habilidades sociales. A continuación, se detallan:
- Conciencia emocional: es la capacidad de reconocer y comprender tus reacciones y su impacto en tu comportamiento. Ser consciente de vos mismo te ayuda a comprender lo que sentís sin dejarte abrumar y, al mismo tiempo, mantener el control.
- Autorregulación emocional: implica gestionar situaciones complejas. Quienes la poseen pueden capear tormentas emocionales, mantener la flexibilidad y gestionar fortalezas y debilidades en diferentes ocasiones.
- Motivación: tanto personal como ajena, es clave para transformar pensamientos negativos en positivos y encontrar nuevos impulsos que inspiren a todo el equipo de trabajo.
- Empatía: es la capacidad de leer las emociones de los demás, comprender su punto de vista y responder adecuadamente. Puede ser cognitiva, cuando adoptás el punto de vista del otro, o emocional, cuando reconocés intuitivamente sus emociones.
- Habilidades sociales: se refieren a la capacidad de interactuar eficazmente con los demás, construir relaciones de calidad e influir positivamente, mediante la escucha activa, la comunicación no verbal y la persuasión.
El desarrollo constante de estas habilidades ayuda a mejorar la inteligencia emocional en el trabajo, lo que permite gestionar eficazmente las emociones personales y mantener una relación positiva con los demás.
IQ vs EQ: ¿Qué significa tener inteligencia emocional?
¿Cuál es la diferencia entre IQ y EQ? En la gestión de conflictos, por ejemplo, mientras que la inteligencia lógica (CI) aborda los problemas tomando decisiones basadas en el razonamiento racional, la inteligencia emocional (EQ) se centra en reconocer y gestionar las emociones, promoviendo relaciones positivas y entornos de trabajo colaborativos. Esta habilidad blanda va más allá de conocer tus propias emociones; también implica una mayor conciencia de lo que sienten quienes te rodean, la capacidad de empatizar con su situación y de formular las mejores respuestas para construir relaciones sólidas. Ambas habilidades son importantes y pueden integrarse eficazmente para lograr el éxito en el ámbito laboral.
Las ventajas de la inteligencia emocional en el trabajo
La inteligencia emocional, una competencia cada vez más reconocida en el ámbito profesional, genera una serie de ventajas tanto para quienes la poseen como para las organizaciones en las que trabajan. A continuación, se mencionan algunas de las más destacadas:
- Relaciones más sólidas: en el ámbito laboral, la inteligencia emocional es un catalizador para crear vínculos sólidos. La capacidad de comprender las emociones de los demás y gestionar las propias durante las interacciones profesionales contribuye a crear una cultura corporativa positiva, centrada en la colaboración y el intercambio de objetivos comunes, lo que promueve la productividad y el bienestar colectivo.
- Percepción positiva: las personas emocionalmente inteligentes suelen ser vistas como líderes eficaces y figuras dignas de confianza, lo que puede influir directamente en sus carreras y oportunidades de crecimiento.
- Gestión del estrés: quienes gestionan bien sus emociones tienen más herramientas para enfrentar desafíos y adaptarse a cambios organizacionales, lo que les garantiza un éxito profesional a largo plazo.
Indicadores de la inteligencia emocional
La inteligencia emocional en el trabajo se manifiesta a través de signos distintivos que reflejan una comprensión avanzada de las emociones propias y ajenas. Por ejemplo, la confianza en uno mismo y la autoaceptación son señales de inteligencia emocional, ya que indican una conciencia sana de las propias cualidades y una actitud positiva. Las personas emocionalmente inteligentes aceptan el cambio y muestran flexibilidad mental, lo que les permite adaptarse a nuevas circunstancias. Además, la curiosidad por los demás y el mundo que los rodea es un indicio de inteligencia emocional, al igual que la capacidad de comprender sinceramente las emociones ajenas y preocuparse por ellas.
Pruebas de inteligencia emocional: ¿somos superdotados?
La inteligencia emocional se estudia y mide a través de diversas pruebas que evalúan la capacidad de las personas para comprender, gestionar y utilizar las emociones en diferentes situaciones. Existen principalmente dos tipos de instrumentos: las pruebas de autoevaluación y las pruebas de habilidad.
Las primeras requieren que los entrevistados respondan a preguntas o afirmaciones sobre sus comportamientos. Por ejemplo: “¿Puedo controlar el estrés de manera eficaz sin que afecte mi rendimiento?” o “¿Soy capaz de reconocer las emociones de una persona a través de su expresión facial?”. Las respuestas suelen ser en una escala de acuerdo o desacuerdo.
Por otro lado, las pruebas de habilidad, como el Test de Inteligencia Emocional de Mayer-Salovey-Caruso (MSCEIT) y el Inventario de Competencias Emocionales y Sociales (ESCI) de Goleman y Boyatzis, evalúan distintas dimensiones de la inteligencia emocional. El MSCEIT mide la percepción emocional, el uso de las emociones, la comprensión emocional y la gestión emocional. El ESCI, por su parte, analiza habilidades emocionales y sociales clave en contextos organizacionales, como la influencia social sin autoridad, el liderazgo, la eficacia del equipo, la comunicación abierta y la gestión de conflictos.
Involucrar a otras personas en estas pruebas ofrece una perspectiva externa sobre las habilidades emocionales, lo que permite comparar la percepción personal con la de los demás.
Fuente: Peoplechange360.it, Network Digital360
Artículo publicado originalmente en 27 Sep 2024