La sigla ESG: Environmental, Sustainability, Governance (medio ambiente, sustentabilidad y gobernanza) se está haciendo cada vez más popular y caracteriza las estrategias y comunicaciones de empresas y organizaciones de muchos sectores diferentes. ESG pretende representar y sobre todo medir (y en el futuro certificar) la capacidad de las empresas para calibrar y gestionar su impacto en términos medioambientales, sociales y de gobernanza.
Índice de temas
Qué significa ESG y por qué es cada vez más importante
¿Por qué las empresas muestran cada vez más atención y responsabilidad hacia los impactos sociales y medioambientales, además de, por supuesto, hacia los resultados empresariales?
En concreto, los ESG se traducen en una calificación real que suele conocerse como calificación de sustentabilidad y que se expresa en una evaluación resumida del impacto medioambiental, social y de gobernanza de una empresa u organización que opera en el mercado. La calificación ESG parece ser cada vez más importante hoy porque representa un índice que permite también a los inversores tener un mayor y más profundo conocimiento de la sustentabilidad de una empresa. En otras palabras, amplía el concepto “tradicional” de sustentabilidad de una empresa, representado por la sustentabilidad económica y la capacidad de generar nuevo valor para los inversores, al concepto de sustentabilidad hacia la sociedad y el medio ambiente y la capacidad de generar valor para el medio ambiente y la sociedad.
Básicamente, como veremos más adelante, la calificación ESG se compone de una serie de factores que permiten expresar una valoración del perfil de riesgo y rendimiento de una inversión en función del impacto de la empresa en relación con el tipo de mercado en el que opera y las iniciativas y estrategias que la distinguen.
El valor de las mejores prácticas y la filosofía ESG
Valorar las buenas prácticas medioambientales y sociales, difundirlas y crear fuertes motivaciones para que sean seguidas y adoptadas por el mayor número posible de personas y empresas. Y no sólo eso: fomentar la creación de un ecosistema de recompensas y motivaciones indirectas que hagan que merezca la pena comprar, utilizar, consumir o hacer uso de productos y servicios inspirados en buenas prácticas que también aborden la mejora del medio ambiente y la sociedad. Pero esto no es suficiente, hay que añadir la posibilidad de medir los beneficios concretos que obtienen los individuos, los consumidores y la sociedad cuando el mayor número de personas y empresas toman sus decisiones en base a estos criterios. Y por último, el papel cada vez más fundamental de las finanzas, que pueden encontrar en este ecosistema de motivaciones y buenas prácticas una importante ventaja, de confianza y de crecimiento sustentable en el tiempo.
ESG: Medioambiente, Social, Gobernanza
Veamos cada uno de los elementos de la sigla ESG en detalle:
E de Medio Ambiente
E como en Environmental se refiere a la relación con el medio ambiente e incluye iniciativas y operaciones destinadas a reducir los riesgos vinculados al cambio climático y el impacto del mismo también en términos de respeto a la biodiversidad, decisiones e intervenciones sobre la cadena alimentaria, la seguridad agroalimentaria, la atención al crecimiento de la población y en general la gestión de recursos como el agua, la tierra, el aire y la vegetación. Las emisiones de CO2 son el otro gran tema (y parámetro) que se incluye en Medio Ambiente E.
S de Social
S de Social se refiere a todas las decisiones y actividades empresariales y organizativas que tienen un impacto social, como el respeto de los derechos civiles y laborales, la atención a las condiciones de trabajo, la igualdad de género y el rechazo de toda forma de discriminación, la capacidad de contribuir al tejido social y al territorio en el que opera la empresa mediante iniciativas que aumenten el bienestar y mejoren la calidad de vida de los habitantes. Esto también incluye cuestiones como la lucha contra el uso del trabajo infantil y, para las organizaciones con cadenas de suministro complejas, significa tener un control real sobre todas las cadenas de suministro.
G de la Gobernanza
G como en Gobernanza se refiere a las estrategias y opciones de decisión de las empresas y organizaciones en cuanto a la ética salarial, el respeto de las normas de meritocracia, el respeto de los derechos de los accionistas y la lucha contra cualquier forma de corrupción, así como las normas de composición de los Consejos de Administración. La gobernanza también es representativa de la identidad, la organización, la estrategia, la actitud y la determinación de la empresa para aplicar los principios ESG, es decir, la capacidad de definir y aplicar formas organizativas y acciones concretas que estén en condiciones de aplicar estos principios a diario. En otras palabras, se puede decir que aunque en el pasado, en muchas realidades existían objetivos ligados a la ética, la inclusión, la potenciación de las buenas prácticas y la atención a las cuestiones sociales, estos se dejaban a la “buena voluntad” de la dirección, ciertamente inspiraban las estrategias y acciones de las empresas, pero sobre la base de un enfoque “discrecional”. La gobernanza que alimenta los parámetros ESG se refiere a modelos organizativos en los que estos principios son parte integrante y sustancial de los “mecanismos” corporativos. Son una opción estratégica con los medios, los recursos, los objetivos y las herramientas de control para garantizar su aplicación en todos los aspectos.
ESG y el mundo de la alimentación: hacia una agricultura sustentable
Desgraciadamente, el sector agrícola es responsable hoy en día de algo así como el 24% del total de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. La agricultura, la ganadería y la silvicultura u otras actividades de uso de la tierra se encuentran entre los principales contribuyentes al cambio climático. En términos absolutos, ocupan el segundo lugar detrás de las actividades de producción de energía. Por eso es más importante que nunca hablar de agricultura sustentable.
La definición de agricultura sustentable proviene del Instituto de sustentabilidad Agrícola y puede referirse a la lista de la FAO de los cinco principios que deben inspirar una agricultura sustentable con las 20 acciones para alcanzar los 17 ODS, objetivos de desarrollo sustentable, en el mundo agroalimentario.
Los 5 principios para crear una agricultura sustentable y orientada a la ESG
La clave para apuntar hacia una nueva agricultura y hacia la sustentabilidad está en el concepto de modernización basado en las nuevas tecnologías. La agricultura 4.0 implica la digitalización de los procesos, el Internet de las Cosas, la trazabilidad de la cadena de suministro, el uso de la IA y el Blockchain, la geolocalización y la conectividad 5G para implementar proyectos de agricultura de precisión a gran escala. Se trata de un método de desarrollo que permite aplicar métodos de cultivo y cuidado de las plantas ad hoc en función de las características del terreno y de las zonas en las que se encuentran, y permite optimizar los recursos, como el agua, los fertilizantes y la energía. Una lógica que permite aumentar la calidad y reducir los residuos.
Estos son los antecedentes de los cinco principios de la agricultura sustentable:
- Aumentar la productividad modificando las prácticas y procesos agrícolas para garantizar el suministro de alimentos y, al mismo tiempo, reducir el consumo de agua y energía
- Proteger los recursos naturales preservando el medio ambiente, evitando la degradación del suelo, limitando la contaminación de las fuentes de agua, contrarrestando la destrucción de los ecosistemas
- Mejorar los medios de vida, incluyendo una mayor inclusión
- Aumentar la resiliencia de las personas, las comunidades y los ecosistemas mediante la transformación de los modelos de producción
- Crear una gobernanza del sector agrícola con un conjunto de normas que permitan equilibrar los sectores público y privado, garantizando al mismo tiempo la transparencia y la equidad.
Por qué el ESG se está convirtiendo en mainstream
La atención a los parámetros ESG es cada vez más popular y, como han señalado algunos analistas, se está convirtiendo en mainstream. Mientras que hasta hace poco el impacto medioambiental y social de las empresas productoras de bienes y servicios o su compromiso social eran importantes, pero sólo inspiraban de forma marginal las elecciones de los consumidores, o encontraban audiencia en un número limitado de clientes, en los últimos tiempos se ha producido un crecimiento simultáneo de la concienciación de los ciudadanos y consumidores y de las elecciones de las empresas en materia de impacto medioambiental. Esta actitud y esta convicción pueden influir en las decisiones de compra de los consumidores, tanto ahora como, sobre todo, en el futuro. Además, nos encontramos con un posicionamiento de las empresas cada vez más orientado a potenciar las inversiones y las opciones pensadas para el medio ambiente, el compromiso social y la aplicación de formas de gobierno corporativo que beneficien al medio ambiente y a los territorios. Una actitud que se refleja, de forma cada vez más explícita y evidente, en las actividades de comunicación de estas empresas.
Todos nosotros, como consumidores, hemos observado fácilmente cómo ha cambiado efectivamente la comunicación de muchas empresas. La calidad, la singularidad y el precio de un producto han pasado casi a un segundo plano frente a las decisiones necesarias para llevar ese producto al mercado y el trabajo realizado por la empresa para reducir su impacto medioambiental o incluso para beneficiar al medio ambiente, por ejemplo, teniendo una mayor capacidad de “reciclaje” de lo que produce y vende la propia empresa. Otro ejemplo lo representan las empresas que han replanteado sus productos para garantizar un impacto medioambiental menos negativo o incluso positivo: una comunicación que posiciona aún más explícitamente a la empresa como un actor que “contribuye a esta nueva fase de la economía”.
¿Quiénes son los actores más atentos al fenómeno ESG?
Tal vez de forma un tanto sorprendente, el mundo de las finanzas es ahora uno de los actores del mercado más atentos a las cuestiones de gobernanza social y medioambiental. Se trata, sin duda, de una sorpresa positiva, ya que esta atención también está motivada por una interpretación muy pragmática de las perspectivas de desarrollo de las empresas y del papel que las propias finanzas pueden desempeñar al respecto. La decisión del fondo de inversión BlackRock de orientar sus inversiones hacia empresas cuyas estrategias y actividades se inspiran en criterios ESG, ha llamado mucho la atención. Hablamos del mayor gestor de fondos privados del mundo, que declara tener muy en cuenta en sus inversiones a las empresas que optan por mejorar su relación con el medio ambiente y adoptar una gobernanza cada vez más atenta a la protección y los derechos de su personal. No sólo eso, sino que el fondo, que gestiona recursos por valor de más de 6,5 billones de dólares (es decir, un valor que supera con creces el PIB de varias economías nacionales), también ha elaborado una especie de lista de 244 empresas del mundo que no están haciendo lo suficiente hasta la fecha para luchar contra el cambio climático, uno de los factores clave en ESG, pero también uno de los temas en los que más se está centrando la opinión pública. Un mapeo de empresas y un fuerte mensaje sobre este tema hasta el punto de que en algunos casos los representantes del fondo han optado por estimular y empujar a las empresas a tomar un papel más decisivo en esta dirección.
BlackRock no es la única empresa comprometida con estas opciones. Son muchas las empresas que están adoptando criterios ligados a parámetros ESG para evaluar el valor, el potencial y los riesgos de las empresas. En particular, la cuestión que está contribuyendo más que ninguna otra al crecimiento de esta atención está relacionada con la convicción de que el riesgo ligado al clima y a la relación entre las empresas y el medio ambiente representa un componente cada vez más importante del riesgo de inversión.
ESG como evolución de la gestión de riesgos
Muchos observadores han relacionado directamente este aumento de la atención de los inversores a la ESG como una forma nueva, más evolucionada y “proactiva” de gestión del riesgo o risk management. El tema, como ya se ha indicado, parte de la base de que los riesgos vinculados al cambio climático y los riesgos vinculados a una gestión “incorrecta” de la relación con el medio ambiente son riesgos medioambientales que tienen un impacto cada vez más directo en las inversiones. En otras palabras, el riesgo climático es una parte integral del riesgo de inversión. La gestión de carteras que incluyan empresas comprometidas con la sustentabilidad, el impacto medioambiental, la lucha contra el cambio climático o la lucha contra el despilfarro de recursos, como el desperdicio de alimentos, puede garantizar a medio y largo plazo una mayor rentabilidad en relación con un mejor conocimiento y gestión de los factores de riesgo. En otras palabras, para quienes tienen perspectivas de inversión a largo plazo, es cada vez más importante confiar tanto en las empresas que tienen los medios para comprender estos riesgos como -sobre todo- en las empresas con capacidad para tomar las medidas adecuadas para contrarrestar el desarrollo y la propagación de estos mismos riesgos, para limitar su impacto y para contribuir al desarrollo de las condiciones que permitan planificar y lograr una inversión de la situación actual.
Factores de riesgo de referencia ESG (u oportunidades)
Dado que los riesgos asociados a la aplicación de proyectos y procesos ESG son también grandes oportunidades, es importante leer estas perspectivas también en términos de posibles amenazas. El riesgo más importante, es decir, el más conocido y directamente vinculado a los parámetros ESG, está representado por las amenazas asociadas al cambio climático, que es uno de los factores que está contribuyendo al crecimiento de la atención a favor de los parámetros ESG. Tomar medidas para ayudar a reducir el impacto de “su” empresa u organización en términos de impacto medioambiental es una oportunidad que empieza a ser recompensada por los inversores y los consumidores, pero no está exenta de riesgos.
Junto con el clima, los ESG deben vincularse a los riesgos asociados a los procesos de transición de las empresas y organizaciones hacia nuevos modelos de producción y organización. La gestión del cambio es, sin duda, un factor clave que hay que tener absolutamente en cuenta y que parece ser decisivo para el desarrollo de cualquier proyecto que pretenda aplicar los factores ambientales, sociales y de gobernanza, teniendo en cuenta que están en juego los objetivos de las empresas, las competencias y los recursos que las organizaciones pueden desplegar. Los demás riesgos son los de reputación, los relacionados con el cumplimiento de la normativa y los posibles cambios en el progreso a nivel internacional, así como los riesgos operativos, vinculados a la ejecución concreta de los proyectos y los relacionados con el impacto en el mercado, es decir, la capacidad de mejorar las opciones y las inversiones con los clientes.
Por qué es el momento de abordar la ESG
No se trata sólo de una cuestión de ética y de sensibilidad hacia las cuestiones medioambientales, sino de apoyar una orientación general de los consumidores, las empresas y las administraciones públicas hacia el desarrollo de una economía capaz de sopesar, medir y gestionar su impacto social y medioambiental. No se trata sólo de fomentar el desarrollo de empresas que puedan encontrar una nueva ventaja competitiva con un número creciente de consumidores dispuestos a recompensar las elecciones valientes en materia de inversiones y decisiones a favor del medio ambiente y la sociedad, sino de creer que estas elecciones son a todos los efectos el requisito previo para una nueva economía que se responsabilice de controlar y medir las consecuencias de sus actividades y pueda así controlar (y reducir con el tiempo) una serie de riesgos y amenazas que hacen que la empresa tradicional sea menos eficaz y más peligrosa.
Escuche ahora el podcast de Harvard Business Review AQUÍ.
¿Cuáles son las razones que están impulsando este enfoque en ESG?
Los más de 30 billones de dólares invertidos en 2018 en base a criterios inspirados en los principios ESG representan una realidad que se ha consolidado gracias a una serie de factores que han contribuido a que los ESG dejen de ser un tema elitista y se conviertan en un fenómeno de interés e implicación para todos. En primer lugar, la opinión pública está prestando mucha atención a los riesgos que corre el planeta, y a que todas las empresas y organizaciones tienen el deber de tomar medidas al respecto. Sin embargo, además de la concienciación ciudadana, los gobiernos de muchos países y las instituciones internacionales están empezando a establecer normas más claras, y con las normas ha llegado una nueva cultura mucho más consciente del valor económico del impacto ambiental, partiendo de la base de que las estrategias diseñadas para promover el desarrollo de las empresas con una perspectiva ESG no comprometen los resultados empresariales, y en muchos casos se ha demostrado lo contrario.
La gran cuestión que subyace a todo esto está en el término conciencia, que gana cada vez más terreno en la economía y se relaciona con la responsabilidad hacia las generaciones futuras, una responsabilidad que se traduce en opciones capaces de elevar el nivel de atención sobre los resultados empresariales y sobre el impacto de las empresas a medio y largo plazo.
Y como queda bien ilustrado en este vídeo del Deutsche Bank, uno de los principales objetivos de la ESG es alinear los principios y las decisiones del sistema financiero mundial con las “nuevas” necesidades de la sociedad.
Las cinco razones por las que las empresas se inclinan por las estrategias ESG
Como siempre, la definición de las opciones estratégicas de las empresas es el resultado de la síntesis de una serie de factores, objetivos, escenarios, conciencia de los riesgos ligados al cambio y la visión de la empresa, en términos de identidad y perspectivas. Las opciones de ESG no son una excepción, aunque en este caso los “ingredientes” que subyacen a esta decisión están aún en gran medida en evolución y todavía no se conocen del todo, tanto en su valor como en las posibilidades de aplicación. Pero, sin duda, hoy en día hay que “ponerlos en un archivo”, también hay que señalar que se trata de un “paquete” que, en su conjunto, permite imaginar cómo la ESG presagia cambios cada vez más significativos tanto en el “estilo de hacer negocios” como en el “estilo de visión” de las personas. En esta primera “lista” hay cinco factores clave que caracterizan el impulso de cambio que supone la ESG:
- La cultura medioambiental de los consumidores. Las elecciones de los consumidores recompensan cada vez más los productos y servicios capaces de garantizar. Comunicar el compromiso de reducir el impacto medioambiental.
- Cambio climático. La conciencia de la necesidad de actuar para contribuir de todas las maneras a reducir los riesgos asociados al cambio climático es otro factor que está teniendo un gran impacto en las opciones de producción o distribución de las empresas.
- Reducción de residuos, gestión de recursos. Se trata de un fenómeno que, naturalmente, sustenta el punto 4 y está relacionado con la sustentabilidad, pero tiene un valor específico independiente. La atención a la gestión de los recursos y la reducción de los residuos se está convirtiendo (afortunadamente) en un rasgo distintivo de las empresas más ilustradas y representa tanto una señal de atención al futuro del planeta como una opción estratégica que da frutos muy importantes incluso a corto plazo.
- Sustentabilidad ambiental y económica. La capacidad de combinar todos los aspectos principales de la sustentabilidad representa un valor social y de mercado, que aumenta el nivel de aceptación entre los consumidores-clientes y ayuda a aumentar la identidad social de las empresas.
- Fiscalidad y reglamentación: se prevé una vía reglamentaria y fiscal para favorecer a las empresas que crean e inviertan en la obtención de resultados relacionados con la sustentabilidad medioambiental y la reducción de residuos. Además de los beneficios directos que pueden obtenerse en términos de desarrollo de productos y servicios en sintonía con las nuevas necesidades de los consumidores, y de las ventajas en términos de eficiencia gracias a una mejor gestión de los recursos, también están los beneficios que provienen y provendrán de una fiscalidad que premia estas opciones y añade nuevas desventajas a las empresas que siguen ancladas en los viejos modelos de consumo y producción.
La relación entre innovación digital y ESG
El principio básico de ESG es que la atención al impacto medioambiental y social es el resultado de una nueva relación entre las empresas y el entorno, una relación que no prevé ni sufre una reducción de los resultados empresariales, sino que los reinterpreta y replantea con vistas a obtener beneficios tanto económicos como de crecimiento social. Un papel fundamental en este camino lo desempeña la innovación digital, que en algunos aspectos comenzó hace tiempo y que ya ve cómo la tecnología digital contribuye de forma muy concreta a la identificación y el análisis de los factores de riesgo que acompañan la vida de las empresas, tanto en lo que se refiere a los riesgos que pueden comprometer los resultados empresariales, como en lo que se refiere a los vinculados a las actividades de las empresas con respecto al medio ambiente en todas sus formas. Al analizar estos factores, la innovación digital permite comprobar los parámetros ESG y verificar las correlaciones entre las prácticas destinadas a reducir el impacto medioambiental y los resultados empresariales. No sólo eso, la innovación digital permite aumentar el nivel de concienciación y conocimiento en la introducción de nuevos productos o nuevos servicios y controlar su sustentabilidad en todos los aspectos. Se puede decir que la introducción y difusión de las prácticas ESG es, de hecho, posible también gracias a la difusión y uso de tecnologías como el Internet de las Cosas, el Big Data Analytics, la Inteligencia Artificial o las herramientas de la economía espacial, que permiten disponer de datos cada vez más precisos sobre el territorio, el medio ambiente, los efectos del cambio climático y la capacidad de predecir riesgos o amenazas de forma cada vez más precisa. Lo digital es también absolutamente fundamental para todas las actividades relacionadas con la mensurabilidad de los proyectos, las intervenciones y las acciones que pretenden transformar las actividades de las empresas.
El papel de la energía en la vía de desarrollo de la ESG
Sobre la E de Medio Ambiente de las lógicas ESG bien se puede decir que la E de Energía también juega un papel fundamental. Evidentemente, hay empresas que se dedican directamente a la producción y distribución de energía, y para ellas es evidente que la cuestión del impacto medioambiental tiene un valor estratégico en todas las opciones que rigen la lógica empresarial. Pero a la hora de evaluar las perspectivas de ESG, es importante tener en cuenta hoy en día las decisiones tomadas por las empresas y organizaciones que utilizan la energía y que, a través de sus elecciones, contribuyen tanto directamente, para sus propias necesidades, como indirectamente, apoyando y desarrollando tendencias de consumo a nivel social, a fomentar un escenario favorable a la ESG. En este sentido, es interesante observar el ranking de la web americana Renewable Now en cuanto a la compra de energía renovable durante 2019. La clasificación del sitio muestra que el mundo digital está especialmente atento al uso de las energías renovables, con 6 empresas en las 10 primeras posiciones y la red social Facebook en primer lugar. Los datos se refieren a la compra de energía para actividades comerciales y son proporcionados por la Alianza de Compradores de Energías Renovables (REBA), que estima que se compraron 9,33 GW de energía renovable durante 2019 y espera 60 GW para 2025.
ESG impone una nueva relación con la materialidad
Dado que uno de los indicios que mejor califican a la ESG hoy en día es que los factores relacionados con el impacto medioambiental y social tienen o pueden tener un impacto cada vez más positivo en el negocio de las empresas, es necesario considerar también cómo está cambiando la relación entre el mundo de la producción, el impacto en el medio ambiente y la representación de este impacto en términos de resultados de la empresa. Uno de los aspectos de esta evolución es el concepto de materialidad, analizado por un estudio del FEM y el BCG titulado Embracing the New Age of Materiality – Harnessing the Pace of Change in ESG. El estudio pretende demostrar que este fenómeno también sienta las bases de una nueva relación con todo lo que se refiere a la “materialidad”, es decir, que la relación con los “objetos físicos” también está cambiando y que, en particular, la “responsabilidad” entre el mundo de la producción y el medio ambiente se plasma en los productos, en la capacidad de gestionar todo su ciclo de vida, es decir, todas las fases en las que se produce algún tipo de impacto sobre el medio ambiente y las personas.
Entre los factores que permiten el desarrollo de esta nueva fase está, sin duda, la disponibilidad de datos sobre los productos, datos sobre los entornos en los que se colocan o en su relación con otros productos. En particular, en este escenario aumenta la demanda de producción de datos, de intercambio de datos y de transparencia. La representación digital de los productos “materiales” no sólo está vinculada a los datos de diseño, proyecto, características físicas y técnicas, sino también a su “vida”. Este es un tema que se traduce efectivamente en un cambio muy importante en cuanto a la presentación de informes por parte de las empresas. Por poner un ejemplo, las emisiones de CO2 de un producto no pueden limitarse al ciclo de producción y distribución, sino que deben incluir su recorrido una vez que sale de la empresa y su relación con otros productos y entornos.
El informe del FEM – BCG permite comprender cómo conceptos y principios que en algunos aspectos son inmateriales desde el punto de vista financiero, como los relacionados con las decisiones de inversión, tienen un impacto absolutamente “material” a lo largo del tiempo en términos del impacto medioambiental y social concreto de esas decisiones. Nos dirigimos hacia una situación en la que la mensurabilidad de este impacto está destinada a influir en los negocios de forma cada vez más relevante.
El reto ahora es crear estrategias de inversión sustentables, gestionar los riesgos de forma más eficaz y examinar el valor a largo plazo de las empresas teniendo en cuenta todas las formas de impacto medioambiental.
La “materialidad” en el corazón del informe del FEM nos dice que ya hay inversores, que “representan” carteras por valor de algo así como 118 billones de dólares en inversiones que esperan que las empresas proporcionen datos e información de acuerdo con el Grupo de Trabajo sobre Divulgación de Información Financiera relacionada con el Clima (TCFD). Es una organización creada en 2015 con la misión de desarrollar y promover la recopilación y el intercambio de datos que relacionen los riesgos relacionados con el clima y su impacto a nivel financiero con el objetivo de que las empresas puedan informar a los inversores de las posibles consecuencias financieras relacionadas con el cambio climático.
El informe también analiza el fenómeno de la “materialidad dinámica”, que pretende representar el concepto de la relación y evolución entre los activos tangibles e intangibles. Lo que hoy es inmaterial puede convertirse en material mañana o tener un impacto concreto en términos “materiales”, y los inversores tendrán que gestionar también cada vez más esta dimensión. Por ello, en un futuro próximo, las empresas y con ellas los inversores tendrán que adoptar, como señala el informe del FEM, un enfoque específico de “materialidad” y el documento describe el marco que permite a los inversores identificar los factores ESG para entender cómo considerarlos e integrarlos en los procesos de diseño, implementación y gestión de productos y servicios.
Informe medioambiental de IBM que anticipa las cuestiones ESG en 1990
IBM fue una de las primeras empresas en elaborar un informe medioambiental corporativo voluntario en 1990. Gracias a su colaboración con la Coalición para las Economías Ambientalmente Responsables (CERES), llegó la publicación de la Iniciativa de Información Ambiental Pública (PERI) en 1994. Los Sistemas Globales de Gestión Medioambiental de IBM han creado las condiciones para influir en el desarrollo de las mejores prácticas y prácticas empresariales a favor del medio ambiente en todas las actividades de la corporación y han institucionalizado la atención constante a las cuestiones de sustentabilidad.
Los resultados más recientes de este camino se pueden ver en la reducción del 11,1% de las emisiones de CO2 registradas durante 2019 en comparación con 2018, lo que eleva la reducción a casi el 40% en comparación con 2005. El resultado es que el porcentaje de electricidad procedente de fuentes renovables aumenta hasta el 47%, con la intención de alcanzar el 55% en 2025. También han crecido los proyectos relacionados con la gestión y optimización de la energía. En términos absolutos, hay 1.660 proyectos activos en 230 emplazamientos, con un ahorro energético de 136.000 MWh.
Antecedentes de ESG: qué ha cambiado en los informes medioambientales desde 1990 en la experiencia y visión de IBMVIDEO
El papel de la huella de carbono de los productos en ESG
La llamada “huella de carbono” de los productos es uno de los parámetros más conocidos a la hora de determinar el valor de las iniciativas y acciones corporativas tanto para el componente “E” medioambiental como para el “S” social de ESG.
En concreto, la huella de carbono es una unidad de medida que permite evaluar la intensidad de las emisiones de gases de efecto invernadero que pueden atribuirse a un producto o a una serie de actividades necesarias para realizar un servicio. Es una medida expresada en toneladas de CO2 equivalente. Este método permite a las personas, a los clientes de una empresa, a quienes utilizan los servicios de una organización, tener una indicación del impacto medioambiental de sus elecciones, incluso las más cotidianas. Los gases de efecto invernadero considerados para esta evaluación son el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4), el óxido nitroso (N2O), los hidrofluorocarbonos (HFC), los perfluorocarbonos (PFC) y el hexafluoruro de azufre (SF6). Se trata de gases que, según el Protocolo de Kioto, se consideran responsables, como componentes del gas de efecto invernadero, del impacto ambiental y del cambio climático provocado por el hombre.
Un control y seguimiento rigurosos de la huella de carbono de los productos y servicios es una herramienta para reducir el impacto ambiental.
Europa: la AEVM estudia una etiqueta ecológica para los productos financieros
La Autoridad Europea de Valores y Mercados (AEVM), en el contexto de una consulta para la Comisión Europea ha sugerido la creación de una etiqueta ecológica para los productos financieros sustentables al por menor, una especie de etiqueta de calidad capaz de demostrar el tipo de impacto ecológico de los productos financieros.
La AEVM definió tres prioridades en la consulta:
- Mejora de las normas compartidas para la medición de datos sustentables,
- Regulación y supervisión eficaces a nivel de la UE, con especial atención a los productos financieros emergentes, como los bonos verdes
El desarrollo y apoyo de una fuerte coordinación y cooperación internacional
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